Pintamos, creamos, buscamos algo… pero, ¿cuánto de lo que hacemos lo hacemos realmente “a nuestra manera”? Es una pregunta incómoda, ya sé.
Y justamente ahí es donde empieza todo: en darte cuenta de que, para crear desde el corazón, a veces hay que soltar esas reglas que un día creímos grabadas en piedra, inamovibles.
Desaprender. Suena raro ¿no? Suena a deshacer lo aprendido, a destruir, a ir hacia atrás, pero la verdad es que es un paso adelante. La creatividad, para ser genuina, necesita espacio, libertad, y muchas veces eso significa desmontar el montón de ideas prestadas que nos han acompañado por años. Como ese crítico interno, que siempre opina cuando menos lo necesitamos.
Entonces, ¿qué hay que desaprender para realmente dejar que el corazón hable?
1. La idea de que siempre hay una «manera correcta» de hacer las cosas.
Este es uno de los clásicos en los talleres: ese mito de que el arte tiene un único “camino correcto.” ¿Quién dijo que necesitas una técnica pulida para que una obra sea auténtica? Desaprende esa idea, y vas a ver como vas a respirar profundo y tu estilo comienza a relajarse y moverse por sí solo.
2. El miedo al error.
A ver, no soy muy original si te digo que de los errores se aprende:) pero lo sabemos teóricamente, porque cuando vamos al papel, cada error nos frustra indefectiblemente.
Tenemos que entender que los errores son parte del proceso, no su enemigo.
Es en ese «error» donde nacen los hallazgos más interesantes. Si dejas de buscar la perfección y aprendes a disfrutar lo espontáneo, cada mancha, cada trazo y cada “imperfección” se convierten en tu sello.
3. La voz que dice que no eres un “verdadero artista.”
¿Cuántas veces has pensado “no soy artista”? Esa vocecita insistente que te compara con los “de verdad”, con quienes en las redes con dos trazos hacen maravillas y que ponen en duda tu confianza en vos. Es una mentira que debes desechar. Desaprende esa inseguridad, y verás cómo empiezas a crear con una confianza que ni sabías que tenías. Compare solo con vos misma, con el paso anterior.
4. La presión de hacer obras “lindas” o “agradables.”
Vivimos en un mundo que nos pide que todo sea “bonito” y, claro, el arte no escapa a esa regla. Pero ¿y si lo “feo”, lo raro, lo caótico, también tiene su valor? (solo basta con abrir un libro de historia del arte) Desaprender el deseo de que tus obras agraden a otros es el primer paso para hacer que te agraden a vos. Salir de los parámetros típicos y trillados de belleza dictados por otros. Encuentra tus propias formas de belleza y así tu obra se volverá única.
5. La necesidad de controlarlo todo.
Para crear desde el 🧡, hay que aprender a dejar que las cosas fluyan, y eso significa soltar el control. Porque a veces, cuanto más sueltes, más auténtico será el resultado. Y, por más que te cueste al principio, ahí está la magia: en descubrir lo que sucede cuando no estás todo el tiempo buscando controlar el resultado.
¿Te animas a desaprender? Cuando sueltas, te liberas; y cuando te liberas, tu creatividad explota. Porque en el fondo, crear es un acto de rebeldía, de sinceridad y de soltar amarras. Desaprender no es retroceder; es abrirte el espacio para avanzar, sin filtros, sin juicios, y con el corazón en cada trazo.
¿Qué te parece si te propones poner esta semana la intención allí, en ser auténtica y soltar para fluir?